Son muchos los retos que se le presentan al actual paradigma urbano relacionados con los cambios en el modelo habitacional y los hábitos de consumo, la imperante necesidad de revisar la movilidad y los objetivos de reducción de emisiones a nivel global.
Las ciudades, centros neurálgicos de la vida contemporánea se enfrentan en este momento a una revisión estructural que se acelerará en la era postcovid. Se hace patente la tendencia a una vida más conectada con la naturaleza que impactará en los modos de vida en los centros urbanos, extenderá la periferia e impulsará la conexión con lo rural.
El confinamiento supuso un punto de inflexión en este sentido. Los habitantes de la ciudad comprobaron que sus viviendas estaban limitadas en cuanto a espacio, distribución o ventilación. Como respuesta a ello asistimos a una lógica reacción en lo micro: la gente está reformando sus pisos. Este es un indicador de tendencia que implica también movimientos de revisión urbanística y arquitectónica. En lo macro y estructural la reflexión se sitúa en la idea de que la ciudad ha de pasar a ser gestionada como un conjunto y no como una unidad.
Los barrios dejarán de ser meros dormitorios para reconfigurarse como unidades orgánicas de gestión logística. Partiendo, a su vez, de una mirada distinta sobre concepto de “bloque de viviendas” que habilitará nuevos espacios comunes, polivalentes y compartidos. La necesidad de articular de forma diferente la fricción con el exterior y consolidar la idea de comunidad, las azoteas, portales, fachadas y bajos, tomarán nuevos sentidos y funciones. Por todo ellas las viviendas ya existentes, tanto unifamiliares como colectivas, van a incorporar tecnologías más eficientes que los doten de capacidades orientadas a satisfacer los compromisos energéticos, la mirada habitacional y os nuevos hábitos de consumo.
Uno de estos hábitos es el comercio online. Se ha producido un gigantesco salto en el proceso de digitalización debido a la pandemia y las medidas de distancia social. El ecommerce ha pasado de ser una herramienta esporádica o complementaria al consumo tradicional para convertirse en protagonista. Las compras por internet se han extendido al retail o la alimentación. Este auge ha generado el crecimiento de empresas de distribución y grandes proveedores de servicios de reparto, retos para el comercio local y una enorme crisis relacionada con la logística de última milla.
Algunos de los grandes problemas a los que se enfrenta el concepto de ciudad actual, derivado del comercio deslocalizado y las compras online, son el incremento del tráfico, los embotellamientos y las dificultades de movilidad. Esta problemática es doble, por un la lado la que se genera a nivel de tránsito urbano con cientos de miles de repartidores en sus vehículos en el centro de la ciudad y, por otra parte, las consecuencias en términos de contaminación.
Para las empresas, a su vez, esto se convierte en pérdidas de tiempo y gastos mayores en combustible. Por ello la logística está ideando sistemas de optimización de entregas, con microcentros de proximidad cercanos a las zonas de reparto que utilizan el big data. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos un porcentaje muy elevado (casi la mitad) de las entregas no se pueden realizar en primera instancia debido a que los usuarios no se encuentran en sus casa y los buzones no están adaptados para la recepción de paquetería.
La velocidad de crecimiento del ecommerce, pasando de ser esporádico a generalizado, hace imposible en este momento recurrir al clásico “déjalo donde la vecina” o “en la tienda de la esquina”. En el caso de las viviendas de periferia, unifamiliares o urbanizaciones de adosados, que tienen el condicionante social de que sus habitantes trabajan fuera, estos problemas se multiplican. Además, no son pocas las empresas que impiden ya a sus empleados recibir paquetes no relacionados con la propia empresa en su puesto de trabajo.
Por tanto, el ecommerce, ha modificado los hábitos de consumo y generado nuevos conflictos que deberán ser resueltos mediante planificación estratégica, decisiones de tipo político y también con soluciones que vienen del mundo de la construcción, con el objetivo de optimizar los recursos disponibles. Si partimos de la concepción del bloque de viviendas y el barrio como unidades básicas de gestión, los buzones tradicionales quedan obsoletos.
Para ello diferentes empresas y desarrolladores ofrecen algunas soluciones. Una de ellas son los taquilleros colectivos tratando de imitar lo que las grandes empresas de distribución están haciendo en puntos de recogida como gimnasios o tiendas. Estos taquilleros, muchos de los cuales son instalados gratuitamente, dejan en manos de la logística la responsabilidad del mantenimiento y en algunos casos no ofrecen ni la seguridad, ni la atención al cliente que un elemento comunitario necesita. En el caso de los taquilleros instalados en comunidades de vecinos, empiezan a generarse conflictos y problemas vinculados al uso, por lo que de momento lo que parece ser una buena idea no ofrece suficientes garantías como solución.
Existen también en el mercado los buzones inteligentes individuales para paquetes que además, también tienen solución colectiva. Estos buzones inteligentes, que vienen al sustituir al buzón convencional, funcionan con una aplicación móvil que genera códigos asociados a cada compra de tal manera que los repartidores pueden abrir el buzón y realizar la entrega del paquete en el primer intento. Se pueden colocar uno sobre otros, apilándose, de tal forma que en una comunidad cada vecino tenga su propio buzón. Lo que difiere en la manera en la que se gestiona individualmente cada compartimento.
En DELIBERTY, partiendo de nuestro know how industrial, hemos desarrollado un buzón que integra tecnología y materiales de alta resistencia para dar una solución sostenible y duradera a la nueva concepción de ciudad. Frente a otras propuestas de productos semejantes, la particularidad de los buzones DELIBERTY, está en su doble propuesta por la construcción sostenible y la seguridad. Su solución técnica les permite ser los únicos buzones de poliéster reforzado con garantías frente al fuego, a los impactos, las corrientes eléctricas y la corrosión química. Gracias a su adaptabilidad se pueden encastrar, colorar sobre muro o directamente anclarse a pared. Por tanto esa solución es la más adecuada para la vivienda unifamiliar pero también espacios colectivos.
Las nuevas viviendas, estas nuevas unidades de gestión urbana en la que se van a convertir los bloques de pisos y esta necesidad de que los barrios sean pequeños centros autosuficientes, hace necesario repensar la movilidad. Además, el impulso que cogerán las periferias y también la posible tendencia a ocupar el medio rural, deslocalizando los servicios, supondrán un reto para las empresas logísticas. Todo ello, sin duda, bajo el paragüas de una sociedad cada vez más digitalizada, con la agenda 2030 de Naciones Unidas y las nuevas normativas europeas sobre construcción encima de la mesa nos hacen pensar que en los próximos años veremos grandes esfuerzos para que las ciudades sean más verdes, más habitables y por tanto, más sostenibles.